COCINA
INTERNACIONAL
COCINA ÁRABE
UN POCO DE
HISTORIA 1
MUTTABAL BETINJAN O BABA GANUJ
Puré de berenjenas o vicioso y coqueto
Este
plato forma parte del grupo de los purés y, a diferencia de los anteriores, se considera
un plato estrictamente de meeza (estimulante o entrante). Así pues, se ofrece
tanto a la hora del almuerzo como a la hora de cenar, y casi nunca a la hora
del desayuno. Está muy difundido en el mundo árabe y últimamente, tal como
sucede con el falafel y el hommos, está rompiendo fronteras a nivel mundial.
Este puré es conocido en todo el mundo con el nombre de muttabal betinjan. No
obstante, en Siria y Palestina la gente lo conoce por el justo y adecuado
sobrenombre de baba ganuj (vicioso y coqueto), sin duda debido a su
textura, muy ligera y bailarina, y por la sensación de la insaciabilidad que
causa entre los comensales.
Precisamente
en Siria y Palestina, numerosas madres creían en el poder que posee este plato
para contagiar su melosidad. A menudo lo administraban a sus hijas creyendo que
estas adquirirían las mismas características del baba ganuj, esto es, que se
convertirían en mimosas y viciosas, dos «virtudes» que revalorizan a la mujer árabe
casadera y que enfervorizan al hombre árabe.
En
mi entorno familiar sucedió esta curiosa anécdota, la cual no tiene nada que envidiar
a las contadas en las novelas clasificadas bajo el género de realismo mágico.
Mi
tía, la esposa de mi tío paterno, una mujer muy creyente y a la vez muy ingenua,
transmitió su ilustración y su inquebrantable fe religiosa a su única hija. Por
poner un ejemplo, le prohibió, entre otras tantas cosas, comer este puré, con
la esperanza de que creciera serena, equilibrada y nada mimosa. Efectivamente,
cuando la niña tenía quince años, aparentaba treinta, era tan serena como
arisca, nunca abría la boca y rechazaba a cualquier chico que intentara
acercarse a ella con palabras dulces. Mi tía falleció y mi tío volvió a casarse
con una mujer originaria de Siria. Esta, de ligeras convicciones religiosas y
gran entusiasta de las supersticiones populares, creía ciegamente en el poder
misterioso y casadero del baba ganuj. Así pues, no dudó en atiborrar a sus seis
hijas con este puré. Pronto se vio que las niñas iban creciendo con un evidente
y exagerado grado de coquetería, que despertaba la lujuria en cualquier alma.
Todas ellas se casaron antes de llegar a los quince años de edad. La alegría de
la madre duró poco. A principios de los años ochenta, en el mundo árabe-musulmán
se produjo una fuerte oleada de reislamización, que dejó en la cuneta a esas
seis coquetas e irredentas mujeres; «lógicamente», fueron divorciadas una tras
otra. Y, por cierto, la hermanastra tampoco se casó, ni siquiera en esa época,
sin duda la más propicia para las mujeres conservadoras. Se supone que se le
pasó la edad. De ahí proviene, presumiblemente, el comentario de las mujeres de
nuestro amplio círculo familiar «del baba ganuj, ni poco ni mucho».
SALAH JAMAL
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