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LA KIBBEH Croquetas de trigo rellenas

COCINA INTERNACIONAL
COCINA ÁRABE
UN POCO DE HISTORIA 1

LA KIBBEH

Croquetas de trigo rellenas





No perdí de vista a mi tía siria (la esposa del hermano de mi padre) mientras estuvo en la cocina. Ella llevaba a cabo con ahínco veinte cosas a la vez: lavaba la ropa, chismorreaba con la vecina a través de la ventana, cuidaba de las hijas, etc.; en cambio, no prestaba la menor atención al plato que estaba preparando aquella mañana. Era un viernes y tocaba comer kibbeh, el plato maldito para mi madre, que nunca supo prepararlo tan bien como la bint el haram (hija del pecado), como llamaba mi madre con rabia a mi tía y por extensión a todas las mujeres sirias y libanesas, auténticas maestras en el arte de preparar estas croquetas.
Por orden de mi madre, anoté todos los pasos que realizó mi tía para preparar la kibbeh, desde el principio hasta el final, sin descuidar ni el más mínimo detalle. Mi madre siguió al pie de la letra mi «informe» y consiguió unas croquetas tan decepcionantes que desistió de volver a prepararlas nunca más.
Hace seis años estuve en casa de mi hermano, que reside en Canadá. Seguí a mi cuñada libanesa, paso a paso, en la elaboración de la kibbeh. Al final, las suyas eran perfectas y las mías no. ¿Por qué? Dicen los expertos que el secreto radica en los dedos de las manos de la mayoría de las mujeres de estas dos naciones. Yo examiné
cuidadosamente los dedos de mis primas sirias, los de mi cuñada, su madre y varias mujeres más y no encontré nada en las manos de esas mujeres que las pueda distinguir en algo de las otras. Por consiguiente, se necesitaría mucha imaginación para avalar tal teoría..., aunque a veces no tanta, sobre todo cuando uno aprecia la
diferencia entre las croquetas hechas por unas mujeres y las hechas por otras. Y, de esta teoría, ni sirios ni libaneses dudan ni un ápice.
Una de las virtudes más apreciada y subrayada por los familiares de una mujer casadera es, precisamente, su habilidad para preparar la kibbeh. A menudo se oyen los comentarios de las mujeres describiendo a una novicia: «Ma sha'a Allah (alabado sea el creador), de los dedos de esta criatura saldrán las mejores kibbehs y su marido será incapaz de repudiarla».
Rita Hayworth, al casarse con el Ali Khan —príncipe de los ismaelitas—, recibió de las mujeres libanesas duras críticas por culpa de sus dedos. Estos, decían las mujeres, no servían para la preparación de la kibbeh, y por tanto auguraron un triste fin para su matrimonio. Probablemente muchos lectores incluirían esta graciosa
anécdota en un capítulo de las aventuras del Quijote. Hablando del Quijote, este alabó con firmeza las manos de ciertas mujeres para salar puercos.
Confieso que desde hace años no había vuelto a preparar esas croquetas. Es harto frustrante oír a cualquier libanes o sirio con mínimos conocimientos culinarios que, primero y cortésmente, felicita al cocinero por sus kibbehs y después, y casi siempre con razón, añade sus peros.
La receta siguiente es la más clásica y la más seguida por todas las mujeres árabes, excepto las sirias y las libanesas, las cuales no necesitan ninguna receta para preparar el plato nacional por antonomasia. ¡Os deseo suerte!

SALAH JAMAL

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